domingo, 6 de marzo de 2016

Post-desarrollo, ¿una nueva visión del desarrollo?

La falla de la aplicación de la teoría del desarrollo y las falsas promesas de bienestar fue lo que dio vida en los años 90 al post-desarrollo que, de acuerdo con Arturo Escobar, aparte de ser una concepción crítica, se refiere a la posibilidad de generar un desarrollo a parir de las diferentes ideologías; es un cambio en la práctica del saber y  del hacer que define al régimen del desarrollo; multiplica agentes de producción de conocimientos; y se  enfoca en las resistencias por la intervención del desarrollo, así como los planteamientos alternos dados por los movimientos sociales[1]. Entonces, busca generar conciencia de las diferentes perspectivas que se pueden tener de la realidad para generar una visión del desarrollo y llevarla a la acción, lo cual demuestra su base en el pensamiento constructivista. Así deja en claro que cada país debe de encontrar su conceptualización de acuerdo a su cultura y no por algo que se tenga establecer a nivel internacional como se fue dando desde los años anteriores.  Algo que se opone mucho a la globalización.

El post-desarrollo deslumbra que el desarrollo no sólo se estableció con restricciones económicas, sino que también de tipo de ordenamiento estatal, imponiendo una democracia de corte liberal clásica, y un clasismo social que gira en torno a la satisfacción del consumo. [2]

A pesar de las grandes perspectivas del post-desarrollo, tiene tres críticas principalmente. Primeramente, se pasa por alto la pobreza y el capitalismo que es algo complejo de solucionar, porque, según Immanuel Wallerstein, está fuera de las manos del individuo y del mismo Estado, puesto que se encuentra inmerso en el sistema-mundo.[3]

En segundo lugar, hay varias estrategias que llevan al desarrollo, una que deja de lado es la que se da localmente. Finalmente, en tercer lugar, romantiza el efecto que pueden tener las tradiciones locales y los movimientos sociales en la configuración de las relaciones de poder.[4]

Por lo tanto, la diversificación que se le puede dar a la concepción de desarrollo permite generar varias perspectivas, pero el problema es que las sigue generando a partir de un Estado y no desde lo local. Esto no permite que aquellas movilizaciones sociales que demostraron resistencia a la modernización sean escuchadas.  

Ahora que se ha visto que no existe una homologación entre los países subdesarrollados, se tiene que entender que dentro del mismo Estado tampoco lo hay. El ordenamiento estatal que fue impuesto desde los países desarrollados, ya no es algo viable para asegurar la distribución de los recursos. El Estado ha demostrado ya no tener la capacidad de hacerlo ni de asegurarlo a futuro. La respuesta sería dejar de lado dicho concepción para dar un nuevo camino a la forma de organización y administración, lo cual es algo difícil, puesto que el sistema capitalista es muy complejo, así como tomó años para configurarse, lo tomará para ser destruido. Finalmente, esta situación deja una interrogante ¿el desarrollo sustentable fuerte y el post-desarrollo es algo que se puede llevar más allá de la teoría? 




[1] Arturo Escobar, “El postdesarrollo como concepto y práctica social”, Políticas de economía, ambiente y sociedad en tiempos de globalización, [en línea], Venezuela, Dirección URL: http://www.unc.edu/~aescobar/text/esp/El%20postdesarrollo%20como%20concepto.pdf, [consulta: 2 de marzo de 2016]
[2] Eduardo Gudynas, “El postdesarrollo como crítica y el Buen Vivir como alternativa”, [en línea], México, 2014, Dirección URL: https://www.academia.edu/8553680/El_postdesarrollo_como_cr%C3%ADtica_y_el_Buen_Vivir_como_alternativa, [consulta: 2 de marzo de 2016]
[3] Immanuel Wallerstein, “La crisis estructural, o por qué los capitalistas ya no encuentran gratificante al capitalismo”, Estados Unidos, Yale University, 2012, p. 21
[4] Arturo Escobar Op. Cit.

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