La falla de la aplicación de
la teoría del desarrollo y las falsas promesas de bienestar fue lo que dio vida
en los años 90 al post-desarrollo
que, de acuerdo con Arturo Escobar, aparte de ser una concepción crítica, se
refiere a la posibilidad de generar un desarrollo a parir de las diferentes
ideologías; es un cambio en la práctica del saber y del hacer que define al régimen del
desarrollo; multiplica agentes de producción de conocimientos; y se enfoca en las resistencias por la intervención
del desarrollo, así como los planteamientos alternos dados por los movimientos
sociales[1]. Entonces, busca generar
conciencia de las diferentes perspectivas que se pueden tener de la realidad
para generar una visión del desarrollo y llevarla a la acción, lo cual
demuestra su base en el pensamiento constructivista. Así deja en claro que cada
país debe de encontrar su conceptualización de acuerdo a su cultura y no por
algo que se tenga establecer a nivel internacional como se fue dando desde los
años anteriores. Algo que se opone mucho
a la globalización.
El post-desarrollo deslumbra
que el desarrollo no sólo se estableció con restricciones económicas, sino que
también de tipo de ordenamiento estatal, imponiendo una democracia de corte
liberal clásica, y un clasismo social que gira en torno a la satisfacción del
consumo. [2]
A pesar de las grandes
perspectivas del post-desarrollo, tiene tres críticas principalmente. Primeramente,
se pasa por alto la pobreza y el capitalismo que es algo complejo de
solucionar, porque, según Immanuel Wallerstein, está fuera de las manos del
individuo y del mismo Estado, puesto que se encuentra inmerso en el
sistema-mundo.[3]
En segundo lugar, hay varias
estrategias que llevan al desarrollo, una que deja de lado es la que se da
localmente. Finalmente, en tercer lugar, romantiza el efecto que pueden tener
las tradiciones locales y los movimientos sociales en la configuración de las
relaciones de poder.[4]
Por lo tanto, la diversificación que se le
puede dar a la concepción de desarrollo permite generar varias perspectivas,
pero el problema es que las sigue generando a partir de un Estado y no desde lo
local. Esto no permite que aquellas movilizaciones sociales que demostraron resistencia
a la modernización sean escuchadas.
Ahora que se ha visto que no
existe una homologación entre los países subdesarrollados, se tiene que
entender que dentro del mismo Estado tampoco lo hay. El ordenamiento estatal
que fue impuesto desde los países desarrollados, ya no es algo viable para
asegurar la distribución de los recursos. El Estado ha demostrado ya no tener
la capacidad de hacerlo ni de asegurarlo a futuro. La respuesta sería dejar de
lado dicho concepción para dar un nuevo camino a la forma de organización y
administración, lo cual es algo difícil, puesto que el sistema capitalista es
muy complejo, así como tomó años para configurarse, lo tomará para ser
destruido. Finalmente, esta situación deja una interrogante ¿el desarrollo
sustentable fuerte y el post-desarrollo es algo que se puede llevar más allá de
la teoría?
[1]
Arturo Escobar, “El postdesarrollo como concepto y práctica social”, Políticas de economía, ambiente y sociedad
en tiempos de globalización, [en línea], Venezuela, Dirección URL: http://www.unc.edu/~aescobar/text/esp/El%20postdesarrollo%20como%20concepto.pdf,
[consulta: 2 de marzo de 2016]
[2] Eduardo
Gudynas, “El postdesarrollo como crítica y el Buen Vivir como alternativa”, [en
línea], México, 2014, Dirección URL: https://www.academia.edu/8553680/El_postdesarrollo_como_cr%C3%ADtica_y_el_Buen_Vivir_como_alternativa,
[consulta: 2 de marzo de 2016]
[3] Immanuel
Wallerstein, “La crisis estructural, o por qué los capitalistas ya no
encuentran gratificante al capitalismo”, Estados Unidos, Yale University, 2012,
p. 21
[4] Arturo
Escobar Op. Cit.
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