Desde
hace décadas atrás, los Estados, las
ONG’s, la sociedad civil, entre otros actores, han demostrado su interés en el
medio ambiente por medio tratados, acuerdos, convenios, campañas, movimientos
activistas, etc. No obstante, enfrentar el reto ambiental global requiere de
altos niveles de cooperación y de coordinación que conllevan una serie de retos
políticos muy delicados, y el sistema internacional se encuentra mal preparado
para responder con rapidez. Esto no permite que se lleve a cabo la tan añorada
gobernanza ambiental internacional. Entre los obstáculos más importantes se
encuentran, de acuerdo con la investigadora Olga Ojeda:
·
Los
problemas institucionales y legales:
En
este punto se tocan la tragedia de los bienes comunes que son aquellos que traspasan
la jurisdicción de un Estado, es decir, que son compartidos. Estos pueden ser
la atmósfera, los océanos, bosques tropicales, biodiversidad, etc. La
problemática es que estos bienes no cuentan con reglas de propiedad definidas
lo cual da pauta a que los Estados que comparten un bien sólo vean la
explotación del mismo para el beneficio propio, en otras palabras, necesitan un
incentivo para que lo protejan.
Por
otro lado, la ausencia de coercitividad de los tratados no asegura que los
Estados paguen por los daños adversos, dejando así la protección de los bienes
en manos de la adopción voluntaria de los acuerdos. Ese mismo problema es el que se lleva a nivel
institucional.
La
dificultad para establecer mecanismos de monitoreo y sistemas de supervisión para
revisar el cumplimiento de las normas no se han podido dar debidamente porque
los Estados se encuentran protegidos bajo el principio de soberanía que les
permite explotar sus recursos dentro de sus límites territoriales. Ahora, la
única solución se puede dejar en manos de cada Estado, dejando rezagada a la
cooperación internacional frente a los desafíos que necesitan la acción
colectiva.
Finalmente,
la proliferación de instrumentos de cooperación internacional han hecho que surja una “sobre carga
institucional” que lo único que genera son problemas de coordinación.
·
Los
problemas de la asimetría del desarrollo:
Las
asimetrías de las relaciones Norte-Sur se han hecho presentes en las
negociaciones sobre el medio ambiente. Este tomó mucho auge en la Conferencia
de Río al establecer las responsabilidades comunes pero diferenciadas de los
Estados en cuanto a la degradación ambiental.
No
es de sorprender entonces, que los países en desarrollo argumenten en los foros
internacionales que los países desarrollados deben reducir su reclamo
desproporcionado sobre los recursos limitados de la tierra y sobre la capacidad
de regeneración de los ecosistemas; ni el hecho de que el problema de la deuda
que enfrentan los países en desarrollo y la demanda de transferencia
tecnológica y de recursos del Norte hacia el Sur se hayan convertido en los
puntos más difíciles en la negociación de los nuevos acuerdos ambientales de
carácter global.
Esto
es una gran controversia porque todos quieren poner sobre la mesa sus
necesidades y prioridades sobre la de los demás. También, al no verse
obligados, nadie dará resultados hasta que otro país lo haga. Si los países
desarrollados no han elevado sus niveles de ayuda como respuesta a la pobreza,
difícilmente lo harán en los temas del medio ambiente y el desarrollo
sustentable. Ante tal situación, recurrir únicamente a presiones políticas y a
argumentos morales no evitará que el problema alcance dimensiones críticas.
·
Los
problemas de dilemas económicos:
El
punto a discutir es ver a la economía como el factor clave para el desarrollo
sustentable. El crecimiento económico se ha construido históricamente sobre las bases del uso
intensivo de los recursos naturales y de la energía fósil lo cual se ha
refutado con el evento del cambio climático, promovido por emisiones
antropogénicas.
El
incremento de la demanda agregada de energéticos fósiles en los países de la OCDE
registrado en los últimos años, los compromisos de Kioto no serán fáciles de cumplir.
Tan sólo en los Estados Unidos, las emisiones de gases de invernadero por
consumo de energía fósil podrían incrementase en un 30% bajo un escenario como
el actual, lo que ha generado un férreo debate en torno a los posibles impactos
negativos de Kioto sobre la economía en ese país.
Sin
embargo, si en muchos de los países desarrollados la agenda de cambio climático
compite con otras prioridades en materia de política económica y social, en los
países en desarrollo, llevar a cabo medidas adicionales de mitigación ocupa hoy
un lugar secundario frente a otros temas como los del empleo, la salud y la vivienda.
Finalmente,
se puede concluir que en los tres problemas se encuentra el choque de intereses
entre el Norte-Sur a partir de las diferentes perspectivas que se tienen acerca
del cambio climático, pues los países desarrollados lo ven como algo primordial
en la agenda de seguridad; mientras que los países en vías de desarrollo, como
conservadurismo.
Fuentes de consulta:
Ojeda,
Olga; “La cooperación ambiental internacional en la Globalización” [en línea],
s/f, s/p, Dirección URL: http://cec.iiec.unam.mx/coleccion/cooperacionambiental.pdf,
[última consulta: 25 de marzo del 2016]
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