miércoles, 27 de abril de 2016

Una pequeña reflexión sobre "Walden, la vida en los bosques"

Henry David Thoreau (nacido en Concord, Estados Unidos, en 1817) construyó una pequeña cabaña, cerca del pantano Walden, en la cual se estableció en 1845. Defendió una forma de vida que estuviera en contacto con la naturaleza cuya causa inspiró la creación de “Walden, la vida en los bosques”. Se negó a pagar impuestos al gobierno como protesta contra la esclavitud en América, motivo por el cual fue encarcelado; por lo que, fue el primer hombre en promover la doctrina de desobediencia civil[1].
Durante los dos años y dos meses que Thoreau vivió solo en el bosque, identificó varias acciones y pensamientos en su comunidad que hoy en día irían en contra de lo que se conoce como “calidad de vida” y “desarrollo sustentable”. Lo anterior, de acuerdo con el autor, se debe a que el ser humano piensa que no tiene elección sobre su vida. Que el éxito es algo que se debe alcanzar, pero ninguno sabe cómo. Por ello se sienten frustrados, sabiendo que el tiempo corre y tienen una meta que alcanzar.

“Les hablo principalmente a la gran cantidad de hombres que están disconformes, y que se quejan ociosamente de la dureza de sus destinos, o de los tiempos que viven, siendo que tienen la posibilidad de mejorarlos”[2].

Ese reconocimiento que busca el hombre es una pesada carga psicológica que no permite que las personas disfruten los que hacen. Actualmente, la búsqueda de mayores ingresos ha provocado en los trabajos un aumento de suicidios por estrés, lo que se conoce como síndrome de Burnout, presentado tanto en los altos ejecutivo (por mantener su status) como en los empleados comunes (por subir de puesto) [3]. Esto afecta la calidad de vida, por el aumento de dicha enfermedad.
Otra problemática que describe el autor es la dependencia y sobreexplotación que tiene la ciudad sobre campo. El estrés que se vive en las ciudades afecta de forma indirecta al jornalero quien, por estar tratando de cubrir la demanda de las zonas urbanas, se encuentra presionado e “ignorante”, debido al poco tiempo que tiene para disfrutar de un buen descanso y dedicarse a su educación. Eso es algo que mucha gente ignora y prefiere, simplemente,  despreciar a la gente de las zonas rurales por su falta de educación. Lo que no notan es que el jornalero tiene otro tipo de conocimiento que ninguna persona de ciudad tiene, por ejemplo, labrar la tierra; saber la temporada de la cosecha; cómo cuidar una planta, etc.
Thoreau observa que las personas explotan los recursos naturales sólo por avaricia y para obtener un reconocimiento. Él dice “La mayor parte de los lujos o las llamadas comodidades de la vida, no son solamente innecesarios, sino también impedimentos para la elevación humana”. Esto quiere decir que el ser humano deja de lado la innovación y la espiritualidad por la comodidad. Trabaja no por gusto, sino para cubrirse de cosas lindas que no sabe cómo ocupar. Por lo tanto, dicha acción va en contra de lo establecido por el desarrollo sustentable, puesto que ven a los recursos como algo no finito, le asignan un valor económico y de status sin pensar en las generaciones futuras.
En contra posición, Thoreau habla sobre las necesidades fisiológicas que son las más básicas tanto para tener una buena calidad de vida como para supervivencia del ser humano. Por eso, él afirma “Ningún animal de la creación necesita más que alimento y refugio”[4] ¿Entonces por qué el hombre busca más? La razón del por qué un hombre pasa de lo fisiológico a lo material lo explica el psicólogo Abraham Maslow quien sostiene que “conforme el ser humano satisface sus necesidades más elementales, desarrolla otras en las que se manifiestan deseos más elevados […] especialmente a nivel mental” [5], es decir, una satisfacción psicológica. En este caso de tener cierta cantidad o cualidad más que el otro.
El problema es que la satisfacción del hombre no tiene fin, pero los recursos naturales sí. Eso es lo que el desarrollo sustentable trata de hacerle saber al ser humano, puesto que la calidad de vida puede ser alcanzada con la mínima utilización y explotación de la naturaleza; en otras palabras, usar sólo lo que en verdad se necesite.
La razón por la que el hombre ha estado arraigado a la tierra por miles de años es porque recibe de ella sus frutos. No obstante, hoy, muchas veces las personas sólo conocen el producto final y se pierden de todo el proceso de crecimiento de una planta lo cual hace que dicho proceso no sea valorado. Es por ello, que la sociedad actual no piensa en el desarrollo sustentable. Se ha separado de la naturaleza y ya no recuerda que ésta tiene un ciclo largo para reponerse. Ahora, la naturaleza tiene que seguirle el paso a la demanda del hombre.
Lo anterior va relacionado, también, con el valor económico que se le asigna a los recursos naturales. Esto crea una idea de que se vuelven un producto ajeno al hombre lo que hace que no se puedan valorar cualitativamente como cuando son cultivadas por uno mismo.
Independientemente a lo ya mencionado, Thoreau aprendió que no tenía que complacer a los demás a partir de sus acciones y pudo descubrir lo que era la paciencia, ya que la visión del tiempo está muy relacionada con ser un hombre civilizado, porque en el poco tiempo de vida, el hombre debe de hacerse de una “vida digna” con base en el pensamiento y satisfacción de los demás. Por esa razón, no llegan a nada; puesto que cada hombre es diferente y dependerá de él su perspectiva que tenga del éxito (espiritual o material) y cuánto tiempo tarde en alcanzarlo.




[1] S/a, Henry David Thoreau, [en línea], Biografías y Vidas, Dirección URL: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/t/thoreau.htm, [consulta: 21 de febrero 2016]
[2] Thoreau, Henry, Walden, La vida en los Bosques, 1854, p. 14
[3] S/a, “Estrés laboral puede conducir al suicidio”, ElUniversal.mx, [en línea], Ciencia, 30 de noviembre de 2014, Dirección URL:http://archivo.eluniversal.com.mx/ciencia/2014/estres-laboral-suicidio-98051.html, [consulta: 21 de febrero 2016]
[4] Thoreau, Henry, Walden, La vida en los Bosques, 1854,  p. 12
[5] Ana Luisa Hernández & Humberto Morales, Geografía económica, Santillana, México, p.13

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